Esta frase resume toda la enseñanza del capitulo Yui butsu yo butsu del Shobogenzo.
Nuestro verdadero yo no es otro que el universo entero, pero esta
verdad, esta evidencia, sólo Buda puede acceder a ella. El yo individual, el
pequeño ego, se identifica con lo que no es él mismo, su propia budeidad se le
escapa totalmente.
En zazen podemos observar este proceso de identificación. Identificación
con lo que justamente no somos nosotros mismos. Identificación - apropiación de
los pensamientos, de las emociones, de los sueños. En zazen podemos observar
este proceso, y podemos distanciarnos de él, observarlo inconscientemente, sin
juzgar, sin participar. Observar desde el puro espejo del cuerpo-mente de
zazen.
En el linaje del zen al que pertenecemos, los maestros han
insistido siempre, una y otra vez, sobre la confianza que debemos tener en la postura,
bien sea Dogen, bien sea Kodo Sawaki o Deshimaru. La postura es una trilogía
indisociable: Cuerpo, mente y respiración. Tan indisoluble como la trinidad de
los cristianos, el padre, el hijo y el espíritu santo. Y esta trilogía funciona
maravillosamente: el espíritu con el cuerpo coge su justo tono, cuando el
cuerpo coge su justo tono, la respiración se coloca, y cuando la respiración
circula con fluidez de alto en bajo y de bajo en alto, inconscientemente,
naturalmente, automáticamente, la mente se apacigua.
Así el espejo del
cuerpo-mente refleja todos los fenómenos, sin identificación, sin apropiación.
Y nuestro yo puede llegar a ser lo que es, puede volverse el universo entero.
Sin separación, sin encerrarse. Buda conoce a Buda, sin que el ego este ahí
para nada, para cualquier cosa.
LUC BOUSSARD, MONJE ZEN